La terraza de la iglesia de la colina del Leopoldsberg (425 m.) es poco conocida. En los días claros se puede ver toda Viena e incluso la ciudad de Bratislava, a 55 km. de distancia. Abajo, el Danubio parte el mar de edificios, de entre los cuales destacan los símbolos de la ciudad ante el decorado de las colinas de los Bosques de Viena: Catedral de San Esteban y DC Tower de Dominique Perrault, Noria del Prater y Millenium Tower.

Al igual que sus vecinas, esta ”cima“ de los Bosques de Viena es de fácil acceso mediante la línea de autobús 38A. Un sendero plano y asfaltado conduce por el bosque hasta la colina del Kahlenberg a lo largo de una histórica carretera en la que aún se respira el ambiente de los años 30. A menudo se encuentra uno con senderistas y ciclistas, ya que aquí se cruzan los senderos municipales de mayor atractivo y los circuitos para bicicletas más desafiantes. El cercano prado llamado Elisabethwiese es un lugar muy recomendable para hacer un picnic, mientras que el restaurante Josefinenhütte es famoso por su encanto “retro” de estilo rústico. Justo al lado se halla un parque de cuerdas, cuyas rutas permiten acercarse a las copas de los árboles hasta unos 20 metros de altura.

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Vino con vistas

A pocos pasos se encuentra la popular terraza del Kahlenberg (484 m.). El panorama es magnífico y especialmente recomendable a última hora de la tarde. Un restaurante y algunos tenderetes (y si se desea, incluso un hotel) convierten la excursión a la colina más famosa de Viena en una confortable experiencia.

El vino no está lejos. Pasando junto a las lápidas llenas de hierbas del abandonado cementerio del Josefsfriedhof, se desciende por la calle llamada “Eiserne Hand” hacia las tabernas con las mejores vistas de Viena: Sirbu, Hirt am Kahlenberg, Mayer y Wieninger am Nussberg, emplazadas todas ellas en mitad de los viñedos. El que no se contenta aquí con un “Gspritzer” (mezcla de vino y agua mineral) continúa el camino hasta los pueblecitos de viticultores a orillas del Danubio: el minúsculo Kahlenbergerdorf o Nussdorf.

Disfrutar sin esfuerzo

El Cobenzl (492 m.) es parecido al contiguo Kahlenberg. Una inmejorable vista panorámica, fácil acceso y variada gastronomía lo convierten en un destino de primera fila. Aquí hay lugar para todos: las familias se dirigen al recinto de jabalíes, el parque forestal infantil o la granja para niños; los sibaritas, a las Bodegas Cobenzl, a uno de los dos restaurantes o al Oktogon, un local junto al que se encuentran los árboles del horóscopo celta plantados en círculo.

Algunos suben con el autobús y descienden a pie por los viñedos del famoso pueblecito de viticultores de Grinzing, donde se pueden admirar altos castaños, pintorescas casas de inicios del siglo XIX y las tabernas más famosas de Viena: desde la A de Alter Bach-Hengl hasta la Z de Zawodsky. Para los que gustan de caminar, el Cobenzl es el punto de partida de una excursión a la colina del Hermannskogel (542 m.), la más alta de Viena. Aunque el último tramo es algo fatigoso, el esfuerzo se ve recompensado con una magnífica vista panorámica desde la atalaya Habsburgwarte (construida en 1889), así como con una taberna de primera categoría de los cercanos barrios de viticultores de Salmannsdorf, Sievering y Neustift.

En el norte de la ciudad, la colina del Bisamberg (358 m.) permite gozar de vistas y placeres gastronómicos sin tener que sobrepasar las colinas, puesto que quien sube desde las bajas bodegas por la calle empedrada (llamada aquí Kellergasse) del barrio de Stammersdorf, se encuentra de repente en pleno viñedo. Algunos de los famosos viticultores como Göbel o Weinhandwerk sirven aquí su “Gemischter Satz” (vino elaborado con varios tipos de uva) en viñedos que cuentan con las mejores vistas de la ciudad y sus alrededores.

Texto: Paul Daniel