El río Viena (en alemán Wien o también Wienfluss) ya formaba parte de la vida cotidiana vienesa mucho antes de ser regulado. Cuando este río, otrora torrentoso, fue obligado a seguir un cauce regulado, aumentó notablemente su influencia sobre la vida de la ciudad e incluso debajo de ella. Pasó de ser una corriente salvaje a ser no solo un río urbano, sino un río natural.
Antes de que los muros domesticaran el río Viena, se aprovechaba su fuerza hidráulica para mover molinos y fábricas. Incluso es posible que haya dado el nombre a la ciudad. La primera vez que aparece el nombre de la población es en un documento del año 881, en el que se habla de una batalla “ad Weniam”, lo que significa “junto al torrente”.
Este río de corriente moderada fluye por un lecho de hormigón que pasa entre edificios de viviendas y desemboca en el Canal del Danubio. El Viena nace en el manantial llamado “Kaiserbründl-Quelle”, en los bellos Bosques de Viena. La emperatriz Sisí mandaba traer el agua de sabor especialmente bueno expresamente desde allí hasta Schönbrunn para tomársela con el café. ¿O quizás era para satisfacer su deseo de alcanzar la belleza interior? A esta agua de manantial se le atribuye hoy todavía este mágico efecto.
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En los límites municipales del distrito 13 se le nota todavía el carácter natural. Aquí se juntaron la ingeniería y la biología para devolver al río su aspecto original. Las orillas fueron renaturizadas y se creó un hábitat para la flora y la fauna. El camino del Viena recorre siete kilómetros junto a este verde oasis situado en el mismo lecho del río, a tocar de las aguas. Al ver el hilo de agua, uno no puede imaginarse que se trate de un río salvaje de carácter alpino. Pero 27 marcas de piedra en su lecho recuerdan al público que en caso de que el río supere un cierto nivel, hay que abandonar el lugar inmediatamente. Y es que la regulación del Viena supone un importante medio de protección de toda la ciudad contra las inundaciones. En caso de lluvias intensas, puede convertirse en pocos minutos en una corriente torrencial.
Siguiendo en dirección al centro, el río desaparece de repente por completo. A partir de aquí es un río subterráneo. Debajo del mercado del Naschmarkt, el alcantarillado de Viena se hizo incluso mundialmente famoso gracias a “El tercer hombre”, un clásico del cine de Hollywood.
El final del tramo abovedado, en los jardines del Stadtpark, lo forma el Portal del Viena creado en 1906. Una obra de arte del arquitecto Friedrich Ohmann. A pesar de la aparente monotonía de hormigón en el lecho del río, también puede verse en este tramo que el Viena sigue siendo un río salvaje. Aquí podemos encontrar cisnes, patos y diversas especies de peces, lo que da vida a la ciudad.
Texto: Karoline Gasienica-Bryjak
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