Exposición Universal de 1873: La rotonda con el portal sur en blanco y negro

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Exposición Universal de Viena

El arranque de la Exposición Universal de Viena, el 1 de mayo de 1873, fue un tanto complicado: las fuertes lluvias inundaron el recinto ferial en el Prater de Viena.  La afluencia de visitantes a la inauguración provocó a su vez el caos del tráfico. Y la imponente Rotunde, que en aquel momento era la estructura abovedada más grande del mundo con un diámetro de 108 metros, así como muchos de los pabellones, aún no estaban terminados. Ello no impidió que el emperador Francisco José inaugurara la Exposición Universal diciendo: «Asisto con gran satisfacción a la finalización de un proyecto cuya importancia y trascendencia valoro enormemente». Pero lo peor aún estaba por llegar: en lugar de los 20 millones de visitantes que se esperaban, hasta el 2 de noviembre de 1873 tan solo acudieron 7,3 millones. La epidemia del cólera y la caída de la bolsa poco después de la inauguración impidieron que mucha gente viajara a Viena. La Exposición Universal dejó un tremendo agujero en las finanzas del Estado.

A pesar del fracaso financiero, la Exposición Universal mereció la pena. Para Viena. Porque la Exposición Universal (la primera tuvo lugar en Londres en 1851) fue un escaparate técnico y artístico. Expositores de todo el mundo presentaron los últimos avances. Se redefinió el mundo. Y la segunda mitad del siglo XIX fue precisamente una época de visiones y auge para Viena.  En aquella época se sentaron unas bases que aún a día de hoy resultan decisivas para la buena calidad de vida de Viena: por ejemplo, el primer acueducto de Viena procedente de las montañas (I. Wiener Hochquellenleitung) con su agua cristalina de manantial. Una obra maestra de la ingeniería que transportó agua potable a una distancia de 95 kilómetros desde las montañas de Baja Austria y Estiria directamente hasta Viena. En un breve lapso de tiempo, nada menos que seis nuevas estaciones y líneas ferroviarias convirtieron a Viena en un eje ferroviario para Europa Central. El transporte público y el turismo urbano despegaron, y aparecieron nuevos hoteles como el Imperial y restaurantes como el Café Landtmann en la Ringstraße. También se celebraron los primeros congresos internacionales en Viena. En este «periodo fundacional» también se fundaron numerosos museos y colecciones que hoy en día son dignos de admiración en todo el mundo. La artesanía tradicional también tuvo un gran éxito en la Exposición Universal: fabricantes como J. & L. Lobmeyr (cristal) y Jarosinski & Vaugoin (plata) obtuvieron medallas de gran prestigio. Y la famosa dinastía Strauss hizo que la música clásica llegara a las masas.

En resumen: Viena cambió de raíz y se convirtió en una ciudad internacional gracias a la Exposición Universal, confiriéndole una nueva identidad a nivel urbanístico e intelectual y convirtiéndose en un auténtico enclave para la modernidad económica, cultural, política, social y tecnológica. Max Hollein, director del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, dijo en julio de 2022 en una entrevista con el periódico semanal «Die Zeit» (27/2022):

«Viena ha encontrado su verdadera forma - y me atrevo a decir que desde el Fin de Siècle, hacia 1900, o, más concretamente, desde la Exposición Universal de 1873 en el Prater».

Viena en transición

Hollein está en lo cierto. Viena sigue beneficiándose hoy de los profundos cambios que se iniciaron en esa época. La ciudad se sigue abasteciendo del agua dulce que llega a través de los circuitos de manantial en las zonas montañosas. El urbanismo de aquella época facilita la creación de nuevas zonas de desarrollo urbanístico en la actualidad. El boom de la tecnología, el progreso y la investigación.  La red ferroviaria de la época se ha seguido ampliando. Hoy en día, Viena es el punto más importante de trenes nocturnos de la Unión Europea; el punto de partida y de llegada perfecto para viajar de forma sostenible en tren. Viena sigue siendo una de las ciudades donde más congresos se celebran en el mundo.  A pesar de la pandemia, Viena ha sido capaz de mantener su puesto como principal ciudad para la celebración de congresos y reuniones: La Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA) situó a Viena en el primer puesto de su «Ranking ICCA 2021 - Índice de Rendimiento de Destinos (DPI)». La Unión de Asociaciones Internacionales (UIA) situó a Viena en el cuarto puesto de su ranking del año 2021 sobre congresos, publicado en el verano de 2022. Y las obras de arte creadas en torno a 1900 están hoy en día entre las más importantes y valiosas del mundo (palabra clave: Gustav Klimt).

En cualquier caso, ¿pero lo que se está creando hoy en Viena seguirá existiendo en el futuro? ¡Sí! Porque Viena se encuentra inmersa en una importante fase de transición y está viviendo un nuevo periodo fundacional. La ciudad está en auge desde la década de los 2000. Viena crece sin cesar y vuelve a tener dos millones de habitantes. Se están construyendo nuevas zonas urbanas como Seestadt Aspern y Viertel Zwei, donde se espera que vivan y trabajen hasta 40.000 personas.  El interés principal se centra en temas como la descarbonización, la sostenibilidad, los espacios verdes, el empleo, la cultura, el ocio y, por supuesto, las viviendas modernas. Los nuevos barrios de Viena no son solamente para alojarse y trabajar, sino que son sobre todo para vivir.

Naturalmente, estas nuevas zonas también tienen que tener conexiones con la red de transporte público. Por ejemplo, actualmente se está construyendo en Viena una completamente nueva línea de metro que permitirá desplazarse de forma sostenible y sin emisiones de CO2 por la ciudad y hasta las afueras.  La industria hotelera (de lujo) también experimenta una fase de florecimiento: actualmente se están construyendo en Viena muchos nuevos y modernos hoteles, que complementan a los de la época de la Exposición Universal, como el Hotel Imperial.

Japón y la soja

Japón aprovechó la Exposición Universal de Viena de 1873 para presentarse por primera vez al mundo a lo grande. El «japonismo» que originó empapó el arte (sobre todo a Gustav Klimt) y la artesanía. Los jardines japoneses, la cocina japonesa y las exposiciones extraordinarias de los museos recuerdan los estrechos lazos de Austria con Japón, que aún se mantienen en la actualidad.

Esta relación tan especial también dio lugar a una curiosidad hace tiempo olvidada: Japón presentó por primera vez la soja ante el mundo occidental en el marco de la Exposición Universal. 1873 fue el año en el que el mundo conoció la soja. De hecho, fue en el jardín del Palacio de Schönbrunn donde se plantó por primera vez, precisamente donde hoy se encuentra el Museo Folclórico de Viena.

Un palacio destrozado y un pollo bien muerto

La Exposición Universal de Viena también fue un acontecimiento social. Asistieron como invitados 33 príncipes reinantes, entre ellos el zar ruso, el emperador alemán y el rey italiano. El emperador Francisco José visitó la Exposición en 48 ocasiones. El sah de Persia, Naser al-Din, causó cierta sensación con su visita. Le acompañaba un séquito de unas 60 personas.  El emperador Francisco José lo alojó en el Palacio de Laxenburg, cerca de Viena. Sin embargo, el emperador no tardaría en arrepentirse. Como si de una estrella del rock se tratara, el séquito del sah devastó el palacio, con lo que tuvo que ser reformado por completo posteriormente.

La oferta gastronómica en el recinto de la Exposición Universal también causó un gran revuelo. Los precios eran sumamente elevados y en muchos casos no estaban en perfectas condiciones. El actor y cantante János Szika, por ejemplo, se quejó con razón de que en el restaurante inglés le sirvieron un pollo que «ya ni se planteaba el ser comido, así que había empezado a pudrirse tranquilamente».

Visión y Auge

Estas y otras muchas historias son las que mantienen vivo el recuerdo de la Exposición Universal de 1873. Desgraciadamente, hoy en día ya no queda mucho que ver de todo aquello en Viena. Los pabellones se demolieron al finalizar la Exposición (solo sobrevivió un pabellón en el Prater que alberga el taller de escultura Bildhauerateliers des Bundes). El monumento más característico, la Rotunde, se incendió en 1937. El lugar donde el mundo entero exhibió una vez sus avances alberga hoy un moderno centro de exposiciones (Messe Wien), dos universidades (la Universidad de Economía de Viena y la Universidad Privada Sigmund Freud) y, con Viertel Zwei, un exitoso proyecto urbanístico que incluye un histórico hipódromo. La energía de la Exposición Universal sigue viva en estos proyectos.

Lo que sí ha permanecido es el espíritu de la Exposición Universal de Viena: la ciudad sigue siendo una ciudad visionaria con un espíritu optimista. Es imposible concebir Viena sin el concepto de innovación. La única diferencia es que hoy en día el enfoque se centra en las personas. Lo que se crea hoy aquí, lo tendrán que evaluar otros en el futuro. Y me atrevo a hacer una predicción: Viena también sacará provecho en el futuro de todo lo que se está creando ahora en esta ciudad.

Texto: Robert Seydel

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